Yo soy lo que hago y estoy de tu lado haciendo equilibrio igual a vos Todos queremos lo mismo salir del abismo haciendo equilibrio igual a vos igual a vos… Soy muy amiga del oso de Moris lo conocí en el bosque Estaba tan triste que su jaula abrí
Yo soy lo que hago y estoy de tu lado haciendo equilibrio igual a vos Todos queremos lo mismo salir del abismo haciendo equilibrio igual a vos en libertad…
Por HILDA LIZARAZU
Implementada es la frontera
una máquina de tráfico
adentro y afuera
es la frontera
La frontera
Porosa membrana es la frontera
entre sistemas
adentro y afuera
impositiva es la frontera
Cuestión de piel
cuestión de piel
cuestión de piel
es la frontera
Cuestión de piel
cuestión de piel
cuestión de piel
cuestión de piel
Cuestión de piel
cuestión de piel
cuestión de piel
es la frontera
Un mapa estático, impreciso
afectado por sismos, por mareas
ignorando el aire, el viento
un mapa estático, impreciso
Un mapa estático.
Por DANIEL MELERO
Sobre las ganas de comer y el permiso para vomitar
Según el dicho popular, cuando se acoplan, se encuentran, se descubren o alían dos carenciados extremos de cualquier tipo –de capital, de afecto o de inteligencia-, el sentido común suele nombrarlos, condescendiente, con la penosa dupla formada por el hambre y las ganas de comer. La pretensión sobradora es señalar la equiparación de sus carencias respectivas, como si fueran lo mismo. Y es casi cierto. Pero no lo son.
Haciéndolo simple: el hambre tiene que ver con la necesidad; las ganas de comer, con el deseo. Decimos “el problema del hambre en el mundo”, no “las ganas de comer en el mundo”. El hambre nombra la urgencia imperiosa, primaria e indiscriminada de alimentarse que, si no se satisface, compromete la subsistencia y sus variables asociadas. Las ganas de comer, en cambio, se refieren al deseo, a la satisfacción de un gusto y se supone que se expresan dentro de un marco de elección posible. El hambre es –en este sentido- indiscriminada; las ganas de comer son selectivas.
La literatura ha dado cuenta del hambre del hombre, y del hombre ante el hambre con diverso grado de agudeza y repercusión. El eficaz Paul Auster –mejor y más atento lector de literatura europea del siglo veinte que la mayoría de sus colegas yanquis- en los ensayos de El arte del hambre se ha ocupado de desmenuzar con perspicacia las sagaces aproximaciones del hoy poco transitado Knut Hamsun y del nunca demasiado transitado Franz Kafka. Tanto en el caso de la novela del Nóbel noruego, Hambre, precisamente, como en el del memorable cuento del checo -Un artista del hambre- la privación de alimento va asociada directamente a la condición / vocación artística. No (querer) comer es en ambos casos resultado de cierta elección de vida. Un gesto explícitamente voluntario (el patético ayunador circense kafkiano) y, en el caso de la primera novela de Hamsun, una vuelta de tuerca al mito romántico del escritor como genio absoluto que asocia obra y existencia: debe escribir porque es su vida. Pero no come porque no escribe y no escribe porque no come: “No es un oprimido por la sociedad sino un monstruo de arrogancia intelectual” precisa Auster. En ambos casos, se abraza el hambre (se “hace” hambre) como forma de expresión individual desesperada, negativa absoluta de concederle derechos a la necesidad externa (lo social) de un Yo que se piensa y concibe libre y absoluto, no condicionado.
En Chaplin, en las películas de Charlie, el tema del hambre y del comer o no es una constante. Su vagabundo siempre alerta suele oír los ruidos intestinales menos como sirena de alarma que como melodía conocida. En The gold rush, película muda de los veinte, el hambre extremo entre los exploradores de oro en el ártico genera algunas de las escenas más celebradas del cine mudo: la alucinación del gordo que ve a Charlie como un apetitoso pollo gigante y lo persigue cuchillo en mano por toda la cabaña, y la filosófica comida de Charlie de sus hervidos zapatones, con los largos cordones como dóciles spaguetti. La culminación del tema se da en la sátira feroz de Tiempos modernos, de 1936, plena Depresión, cuando el alienado Charlie tragado literalmente por los engranajes de la producción en serie es objeto de martirio por la máquina automática de alimentar que sólo lo tortura sin dejarlo probar bocado. Después, en solidaridad con la bellísima Paulette Goddard, la huérfana ladrona callejera de “un trozo de pan” tanguero, Charlie elegirá la cárcel por ella, y cuando sobre el final le toque pintar un futuro venturoso para ambos, la construirá un sueño memorable en que la vaca se arrima a la puerta de la casita para ser ordeñada y basta con sacar la mano por la ventana para servirse los frutos de los árboles…
Otras veces, como en los poemas de Miguel Hernández de la época de la guerra civil española –las conmovedoras Nanas de la cebolla, por ejemplo- el hambre carece de atenuantes compensatorios, y se asocia a las secuelas devastadoras del conflicto, que un paso más allá, en numerosos relatos europeos que pintan la época, asocian la miseria insostenible con la alternativa de la prostitución.
Pero la ruptura va más allá del orden moral convencional cuando el hambre y su necesidad traspasa incluso tabúes ancestrales: en un texto cercanos a nosotros, como El hambre, primer cuento de Misteriosa Buenos Aires, el libro de relatos de Manuel Mujica Láinez que recorre los avatares de la ciudad desde sus orígenes, la deshumanización culmina en antropofagia; y en una obra maestra absoluta de la sátira y el humor negro universales, el implacable Jonathan Swift enunciaba sin parpadear -en el siglo XVII- Una modesta proposición para solucionar el problema del hambre en Irlanda: que los irlandeses hambreados por el torniquete británico se comiesen a sus propios bebés, con lo que no sólo se nutrirían muy bien ellos sino que reducirían así el número de bocas competidoras…
Volviendo a la idea inicial: en todos estos casos y momentos, el hambre –esa vergüenza insostenible de la sociedad contemporánea- ha sido motivo o pretexto de relato realista o simbólico, poesía desgarrada, reflexión trágica, sarcástica o grotesca. En ningún momento o coyuntura histórica, sin embargo, se ha dado con mayor claridad que hoy -patética, obscena- la aparente desaparición del hambre generalizado como cuestión universal, y –por el contrario- la vigencia mediática del frívolo tema de las ganas de comer. Nadie en los medios habla del espantoso problema del hambre, muchos, en cambio, viven del grosero negocio construido alrededor del seudo problema de las ganas de comer.
Quiero decir: el escándalo moral que significa la multitudinaria muerte y degradación universales por simple inanición (léase: hambre liso y llano) no parece ser un tema importante ante la imbecilidad comercialmente dirigida que medra con el despliegue inusual, cada vez mayor, de temas como la obesidad como enfermedad preocupante y digna de obsesiva atención, y de las extremas afecciones de bulimia y anorexia como noticias recurrentes de primera plana y saturada pantalla. La sustitución, sobre todo en los medios masivos, como eje de reflexión y preocupación, de la mera necesidad de ser por el deseo de parecer es sintomática de lo peor de una sociedad corrompida por una ideología penetrada por el capitalismo más salvaje y decadente en que el simple hambre ha sido substituido y legitimado por sus perversas metáforas y degradaciones: la ambición sin escrúpulos, el beneficio sin límites, la competencia sin reglas.
Quiero decir dos, groseramente: el día que desterremos el hambre (la necesidad); hablaremos sin pudor de las ganas de comer (el deseo). Nunca ha sido tan flagrante la manipulación. Se soslaya el problema fundamental de la nutrición básica para todos, para substituirlo por el negocio –basado en la mala fe y el psicopateo más flagrante- de la “alimentación sana” y los supuestos valores de la buena apariencia. De los empeños de Teresa de Calcuta y tanto oscuro militante de la vida, a la prédica del doctor Atkins y otros ladrones foráneos y locales de panza y cuenta llena, hay un abismo que debe rellenarse con sensatez. Lo único real y comprobable es el gigantesco negocio que se despliega a nivel universal cuando en lugar de combatir el hambre se combaten las ganas de comer.
Es el momento en que –con la solidaridad de anoréxicos y bulímicos, y con el perdón de los verdaderos hambrientos- pedimos permiso para vomitar.
Por JUAN SASTURAIN
Por DIEGO FRENKEL
Necesito todo tu amor
Estaba en la piscina descansándome
vino un cangrejo, me mordió en el pie
le di una patada, por el aire lo lancé
me sentí muy mal de pronto, el arco iris vomité
Encontré un diamante y lo regalé
Abrí mi paraguas y muy fuerte me agarré
Volando entre las nubes al cangrejo lo encontré
Le hice una pregunta y me dijo “yo que sé“
Necesito todo tu amor
todo tu amor, todo tu amor
Me di cuenta que si tu no estás,
no se prende la luz y la chispa se va.
Necesito todo tu amor
todo tu amor, todo tu amor
Un poquito más de todo tu amor
Casi todo tu amor
Pasó una burburja y la bauticé
Que que que
Así no quiero llamarme,
no no no
que que que
Dejame flotar, una vida tranquila llevar
Llenar mis bolsillos con dulce de membrillo
Necesito todo tu amor
todo tu amor, todo tu amor
Me di cuenta que si tu no estás,
no se prende la luz y la chispa se va.
Necesito todo tu amor
todo tu amor, todo tu amor
Un poquito más de todo tu amor
Casi todo tu amor.
Por MARTÍN BUSCAGLIA
Imagino la palabra FRONTERA sin imaginarme montañas, ni océanos, ni ríos, ni barcos, ni recetas, ni médicos que dan recetas, ni pastillitas “Soroschi Pild”.
Imagino lo que ella quiere decir, el “estantecito” que ocupa en mi mente, ¡no!
Me la imagino desnuda pelada, letra por letra.
Imagino que soy la palabra FRONTERA y a la vuelta de la esquina hay un extraño esperándome.
Me imagino palabras “pájaros”, “flores”, “árboles”, “viento”.
¡Pongamos!
Me imagino una ropa, un bollo de ropa, un bollo de ropa girando en el lavadero de la esquina.
Imagino a mi hijo, ahora en el cole, jugando con sus compañeritos en el patio, tocándole la cola a sus compañeritas y diciendo “tarjeta roja”.
Me imagino YPF, pero es tan grande, tiene tanto dinero y tantas oficinas que no entra en mi cabeza. Trabajo en una de esas oficinas de los pisos, 56, 57 y miro Montevideo y soy un jefe que no doy órdenes.
Viene Cristina a visitarme, tomamos mate, leemos las revistas de chimentos. Nos reímos mucho y me felicita.
“¡Qué divertido es Jorge Rial!”
¡Gano re bien!
Imagino que sueño con la palabra FRONTERA y pienso que puedo escribir un libro de autoayuda a partir de este tema. “Las fronteras imaginarias”, le mandaría de título.
Imagino un ramo de flores carnívoras que se comen al gato.
Imagino que cruzo al Paraguay en micro y en la aduana hay una mujer pelirroja buenísima con un jean ajustado que permite presenciar su culo impresionante.
Imagino que sueño que estoy en Río de Janeiro, con Camila o Florencia o Lorcadia o Cheche o Casiana, o Mandalia, besándonos mientras soñamos cruzar el horizonte monótono, mientras tomamos unas caipirinhas.
Imagino que soy parte del otoño y puedo subir a los balcones, darles órdenes a las hojas, hablar con los árboles y mirar a las mujeres en la ducha.
Imagino que ya no peleo con mi hijo.
Imagino que ya no peleo más con Sunilda.
Imagino que sueño que vivo en paz y que,
viajar en bondi
no es ningún sufrimiento.
Imagino con espíritu de viajero, que detengo el tren antes de que mueran 500 personas.
Imagino que sueño que estoy en Harlem y me gusta, en especial las ropas de Los negros.
¡Pero todos los talles me van grandes!
Imagino que recuerdo que Nueva York es una ciudad horrenda.
Berlin es una gran ciudad.
Lima es una ciudad con pozos.
Santiago de Chile es horrorosa como decía Enrique Lhin.
Imagino que sueño con un campo de margaritas y ahora agarro un yuyito
y lo chupo y respiro hondo y vuelvo a soñar.
Imagino que sueño.
Almagro, otoño 2012.
Por WASHINGTON CUCURTO
Si lo humano es la experiencia de un límite, no hay humanidad sino en la forma de la pregunta. Lo humano como pregunta o la pregunta por lo humano. Si hay pregunta es porque hay límite. Los límites y sus sensaciones contrastantes: o la seguridad del cierre o la necesidad de su traspaso. Por eso, lo humano se juega en esa tensión entre la paz y la ansiedad, entre la inmortalidad pretendida y la infinita falta. No es el dos el número del límite, sino el tres: la contención, la desmesura o la marginalidad. O el límite que somos nos brinda certezas, o bien se nos vuelve la conciencia de que siempre hay algo más; o en el peor de los casos, nos exilia al exilio, esto es, nos condena a la indecisión.
Si lo humano es la experiencia de un límite y el límite son tres, entonces hay tres formas posibles de la fe: la ausencia de fe, la fe que llega a la certeza, y en el peor de los casos la fe por lo incierto. ¿Pero no es la ausencia de la fe también un tipo de fe? ¿Y no es la certeza de la fe un abandono de la fe? O peor, ¿no hay en la incertidumbre un asomo de algo que se sustrae a la certeza tanto de lo que hay como de lo que no hay más allá del límite? O en todo caso y en definitiva, ¿qué es la fe?
“¿Qué es la fe?” es la pregunta por ¿qué es la fe? La fe no existe porque es lo que pretender traspasar toda existencia. La fe no existe porque toda respuesta traiciona su pregunta originaria. La fe no existe porque todo lo existente es deconstruible y la fe es ese impulso arcaico entre el asombro y la angustia que está más allá de la palabra. O en su anverso, pero nunca como palabra.
La fe es el origen, pero no hay origen. La fe es lo que está más allá, pero solo hay más acá, o en todo caso el más allá no deja de ser una sombra del más acá. Es Abraham caminando al sacrificio y Jesús en su última expiración, aunque la historia nunca pruebe estos sucesos. Es lo que se encuentra del otro lado del límite, y sin embargo solo tenemos experiencia de este lado. Tal vez es la esencia misma del lado. La fe es tal vez…
Por DARIO SZTAJNSZRAJBER
EL HOMBRE BUENO QUE FUE AL INFIERNO
El mundo anda entre dos aguas y bajo el paragua
el mas viejo habla el lenguaje de las rocas del aconcagua
sobre la barca forjada con la palabra sagrada
y la fe del que por un diezmo todo lo aguantaba/
en el pueblo no sabían nada pero creían en cada
religión que por tener la misma identidad de dios
a otra guerra los mandaba aldeas saqueadas
y las mujeres que pensaban diferente eran quemadas /
brujas fueron llamadas gritos lamentos, llamaradas
desde siempre importa nada la vida es rara
en la espada la sangre grita escúchala
con el hambre en la mirada dobla cuchara
me decía la anciana culpada de herejía
a sangre fría el diablo amontona los que dios cria
y mientras ardía esa revolución definía
hormigas comunistas trabajando pa la monarquía /
BIS X 2
-escucha el ayer cantando tu futuro quiere creer
nacimos campeones vencimos millones para nacer
es la lucha del bien y el mal dentro de cada ser
la mucha luz es como la mucha sombra no deja ver
tu lupa pa quemar hormigas la mía pa estudiarlas
las palabras que guardo pa no ensuciarlas
las parlas enmudecían el silencio tomaba vida
el ladrón se arrepentía y su fechoría sonreía /
bajo la luz sombría caía como el atardecer
con su mayor fuerza lo que jamás pudo vencer
lo que al fin pudo tener la libertad del ayer
sin rumbo solo escapando a lo que haga bien /
y el rastro que el perdía encontraba la jauría
volvía el día y la casería aun se veía
en sus ojos el relato exhausto se contenía
ahogado de sed sobre un charco que de el nacía
desde ese día aun sueña que ella lo besa
bajo promesa palabras madre naturaleza
si vienen por tu cabeza que tu amor sea la fuerza
Como dios que nunca llora o lucifer que nunca reza
BIS X 2-
escucha el ayer cantando tu futuro quiere creer
nacimos campeones vencimos millones para nacer
es la lucha del bien y el mal dentro de cada ser
la mucha luz es como la mucha sombra no deja ver
Por MUSTAFÁ YODA
Súbito inevitable paso
Para Eda y para Luisa
Súbitamente, crepuscular
polo de la muerte, estrella de la aventura,
debemos aprender a mirarnos nosotros mismos.
Súbitamente, es un tesoro el angst
temor primero y expectativa
valor inesperado e inevitable
imposible de evitar
dar el próximo paso.
Titilante, sibilante
dar el próximo paso.
El vilo es esa infancia
indecisa apuesta, temor frente al penal
futuro siempre incierto
tesoro blanco, erecto
miedo embolsado como viento
arremete el futuro
empuja, puja, nace y renace,
aun conociendo la muerte
velo de los colores
no hay tal color
la decepción y el cielo
están detrás de tus ojos
como los Alpes en la terraza de mi casa
estabas vos, decías, en los lugares del pasado,
y yo hoy te creo
comprobando la capacidad corrosiva de lo aparente
emprendo el final
de todas las infancias.
Por ROMINA FRESCHI
Entre el diástole y el sístole,
todo el tiempo,
transpira un mar.
Va y viene como un péndulo,
emite anillos de espuma,
construye diálogos de caracoles.
Entre el Norte y el Sur,
de noche o de día,
respiran millones de almas.
Se desplazan con dificultad,
laten y suspiran
como volcanes sin consuelo.
Entre el hoy y el mañana,
un niño descubre el miedo:
es un desfile de sombras
y palabras que no comprende.
Busca refugio en la luz
y dibuja horizontes.
Entre la libertad y el olvido,
nacen colores sin dueño:
todo es nuevo bajo el sol.
Hay un desfile de ángeles
en el jardín de la memoria
y un pájaro invisible, canta.
Entre la piel y la sangre
desfila la vida, sin apuro.
El tiempo juega a la rayuela.
La mente inventa estrellas,
diseña navíos y eclipses,
planea fugas improbables.
Entre la cumbre y el abismo
sembramos el pan y la música.
El cielo nos regala cristales.
Giran las nubes sin apuro.
Sobre una delgada cuerda floja,
un hombre ensaya el arte de volar.
Por MIGUEL GRINBERG
Opaváve japurahéi torýpape
(cantemos todos con alegría)
Letra en guaraní : Charo bogarín
Música: Diego Pérez
maitei pa nde ka ` aru
che ka ` aru pora ha nde
che ka ` aru pora avei
(saludo entre dos personas, hola como estas, estoy bien y vos, estoy bien tambien!)
maitei pa nde ko ` e
che ko ` e pora ha nde
che ko ` e pora avei
jaguereko jasy, jaguereko yvytu ha petei mbyja mimbi
tenemos la luna, tenemos el viento y una estrella refulgente
jaguereko ysyry, yvy marangatu, eme ` e oréve nearandu
tenemos el río, tierra bendita, danos tu sabiduría
jaháta ysyryre, japurahéi!
iremos por el curso del río, cantemos!
ygápe japira, kutuhagua!
en una canoa para pescar, juntos!
Ñapu ` a torýpape, japurahéi
levantémosnos con toda alegría, nuestro canto!
opaváve purahéi, javeve!
acompañando el canto de todos, al mismo tiempo!
japurahei kutuhagua japurahei javeve
Nde reipota kua`a, purahéi
quieres saber cantar
Ñande repurahéi torýpape
cantemos con alegría!
Nde reipota kua`a jeroky
quieres saber bailar
Ñande rejeroky torýpape
bailemos, con alegría!
Por TONOLEC
Legado es aquello que recogimos por el camino, y aquellos que dejamos en el camino también. No es exactamente lo que nos quisieron dejar, es una mezcla azarosa entre lo pudieron dejarnos y los que nos dejaron por descuido.
El legado es como las migas de pan que dejaron Hansel y Gretel cuando sus padres los abandonaron en el bosque. Recordemos que la primera vez que los padres los abandonan, los hermanos dejan un reguero de piedras para volver al hogar. Pero en la segunda ocasión, los padres toman la precaución de no dejarles a su alcance las piedras que puedan permitirles el retorno. De modo que los niños arrojan furtivamente pedazos de pan para marcar el camino. Pero los pájaros se comen las migas de pan y quedan a merced del bosque, de la noche y de la bruja. En mi versión del cuento, los pájaros les explican a Hansel y Gretel que les comieron las migas de pan para que no regresen con esos padres terribles, porque cualquier cosa es mejor que esos dos monstruos. Sin embargo, acá quiero retomar la fábula para reflexionar sobre la idea de legado.
Si los pájaros sólo se hubieran comido algunas de las migas de pan, las migas de pan restante son el legado, y esas migas sí se convierten en piedra y ya ningún pájaro se las puede comer. El camino que marcan esas piedras ya no es el del retorno a la casa paterna,porque se rompió el sendero, pero tampoco está totalmente desligado: el nuevo camino está hecho con partes del mapa del camino anterior.
Mi padre me dejó su biblioteca, me refiero a los libros que él leía; pero sin pretenderlo. De hecho, mientras vivió, jamás intenté siquiera leer una página de algunos de los autores o temas que él tanto frecuentaba: Somerset Maugham o la Segunda Guerra Mundial. Mientras que algunos años después de su muerte, por nostalgia o por curiosidad, los revisé y se volvieron mis autores favoritos y mis temas de permanente consulta. Supongo que él no lo planeó, pero, junto con el judaísmo, el amor por Israel y una idea de honor, me dejó ese legado. Yo me he comprado todas las Asterix, y me las he traído a mi oficina, para que mis hijos no las pierdan ni rompan, y andando el tiempo se conviertan en parte de su legado. ¿Pero quién sabe si será eso lo que ellos finalmente elegirán como el legado que yo les deje? Nunca sabemos cuál fue el camino que dejaron trazadas nuestras propias huellas, y no alcanza con mirar atrás para recuperarlo. El legado no es sólo las piedras que dejamos, sino los espacios en blanco para que los que siguen puedan ubicarlas como mejor lo consideren, y aún así sigan reconociendo una dirección.
Por MARCELO BIRMAJER
Este corazón ansioso se sale del pecho por verte llegar En su latido presiento que crece el deseo de poderte amar
Canto ancestral en mi pecho como un lamento Me hace volver a mi pueblo ir con el viento Virgencita milagrosa a ti te pido No dejes que me aparte de este camino
Este corazón ansioso se sale del pecho por verte llegar En su latido presiento que crece el deseo de poderte amar
Por MARIANA BARAJ
la O de origen
a través de la O
se inicia un devenir
curvo trayecto
de imprevistos milagros
late el gen en junio
yema compacta
condensa el rumor
de hojas futuras
O: agujero blanco
cintura manantial
por tus poros brotan
sabrosos borbotones
O: motor enrulado
primera recurrencia
O: embrión de susurro
grito descongelado
Por GABRIELA BEJERMAN
YO MATÉ AL LOBO
Yo maté al lobo
no porque quisiera
yo maté al lobo
porque era mi deber
Yo maté al lobo
él vino ante mi
se plantó raudo
aunque sereno
De cerca se apreciaba
su mirada de nobleza
y el peso de su cuerpo
de cerca se notaba
De cerca se apreciaba
la espesura de su pelo
y el calor de su aliento
de cerca se notaba
Nos miramos
nos medimos
nos amamos
Cual danza ancestral
ambos dos sabíamos
que en él estaba dar
el primero de los pasos
Y así fue como
se abalanzó sobre mi
y pude constatar
con todos mis sentidos
La espesura
el peso, el calor
y la hermosura
de su cuerpo
Que sumía
que aplastaba
que dominaba
No supe de miedo
no supe de espanto
porque en mí estaba
adorarlo y acabarlo
Enredé mis piernas
en su costillar
y ahogué su cuello
con el abrazo más sincero
De su hocico
brotó un aullido
y sangre densa y dulce
como la miel
Me aferré a su
último suspiro
y besé
sus ojos de rey
Yo maté al lobo
no porque quisiera
yo maté al lobo
porque era mi deber.
Por PAULA MAFFIA
Edad de piedra. Edad de agua.
El relámpago define la edad.
La edad de lo que sigue a continuación
es un esqueleto de relámpagos.
Clac, clac, clac
hacen los huesos relampagueantes
de lo que está por venir.
Por MARTÍN GAMBAROTTA
Artes visuales
Música
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Literatura
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